La belleza de la vida está en los pequeños detalles, no en los grandes eventos (Jim Jarmusch). Creo que siempre he tenido opiniones y una percepción de la realidad algo diferente de la mayoría de las personas. Desde niño me encanta la magia de Alicia en el país de las maravillas y la fuerza de los Jedis, a mis amigos siempre les pareció algo tonto, que no tiene nada que ver con la realidad, que nos es real, y así siendo no merece la pena darle atención.
Pues la verdad es que hoy, a los 41 años, tengo aún más la certeza de que sí, que merece la pena creer en la magia, creer en la fuerza, y que las grandes personas se conocen por los pequeños detalles, las pequeñas magias y generosidades que vivimos a diario. Empecé la carrera como Fisioterapeuta trabajando con pacientes oncológicos. Es una verdadera prueba de resiliencia, todos los días convivir y celebrar los pequeños éxitos (las pequeñas magias), por ejemplo poder caminar por el pasillo del hospital después de meses sin ponerse de pie. También hay grandes fracasos, como cuando la inevitabilidad de la muerte por fin venció la lucha de mis pacientes por la vida.
Me lo han enseñado mucho, jamás podré retribuirles lo tanto que me enseñaron. Desde este tiempo mi compromiso con la vida es siempre dedicarme mucho y mirar a lo que va más allá de una percepción breve, fugaz o efímera. Hay que considerarse que las grandes personas no están siempre en las luces de la fama, les atrae más los bastidores, les gusta más trabajar con el corazón.
En este final de semana, después de haber llegado a Madrid, hace 4 años, tuve la oportunidad de impartir mi primer curso para Fisioterapeutas y Osteópatas. Después de años de estudio concretando y desarrollando una forma de ayudar a mis compañeros a mirar más allá de lo que es obvio, finalmente pude compartir mis experiencias y aprender con grandes personas que estuvieron presentes. Una completa realización, que todavía solo fue posible por la magia y la fuerza que nos conecta y por dos factores determinantes.
En primer lugar por el apoyo incondicional de mi familia (Rubi, Luka y Alice), y luego por una persona que se reveló un gran amigo, con un corazón enorme y una simplicidad que solo los mayores maestros la poseen, Luis Palomeque. A vosotros mi más elevada estima.
¿Y al final que tiene esto que ver con la valoración clínica de los pacientes? Pues la verdad es que todo. Hago ahora una pequeña comparación de eventos del final de semana y las historias clínicas de mis pacientes.
Es normal que la gente esté atenta a la realización del curso, el éxito que hemos tenido y todo lo que es más evidente, lo que casi nadie ha visto es la generosidad del grande maestro al traerme un café a la hora de la pausa, lo que me recuerda la primera paciente que tuve esta semana. Una mujer fuerte, que por años viene buscando auxilio de profesionales para que le ayuden con sus diversos síntomas y quejas que no terminan de dejarla.
Es una pena que al tener un paciente con múltiples síntomas a buscar ayuda (suele pasar a muchos pacientes con síntomas superpuestos) la mayor parte de los profesionales sanitarios no sepa vislumbrar más allá del fenómeno doloroso, no sepa mirar más allá de los ojos, más allá de la paradoja exteroceptiva.
Le pregunto a la paciente: ¿Qué me quieres contar? Y luego empieza la historia con “… a los nueve años…”, y así un 90 % de la história ya esta dicha, sin darse cuenta. Aun así le escucho atentamente todo el tiempo, analizando las palabras utilizadas, los cambios en el tono de la voz, la desviación de la mirada y todo lo demás, lo que es mucho más allá del dolor, que desde mi perspectiva no es nada más que la suma de todos los pequeños detalles que me describió.
Valoración física, claro que sí, pero ya como un complemento porque el secreto de los detalles ya está dicho, aunque sin palabras. ¿Os dais cuenta? Es el café que nadie ha visto, es el relato que nadie ha avalado. Conocer a tus pacientes está en tu mirada atenta a sus detalles, así debería ser siempre.
La segunda situación que me gustaría comentar es la de un hombre con dolor crónico visceral tras la realización de cirugía para corrección del esófago desde hace un año. El paciente llega con múltiples pruebas diagnósticas, de todos los tipos y clínicas, todavía sin conclusión de qué es lo que le pasa, eso porque las pruebas salen normales. Este es justo el problema de la medicina, osteopatía, fisioterapia moderna, la búsqueda por signos de alteración anatómica que justifiquen las quejas del paciente, y luego cuando no se encuentra nada, ¿qué se hace? Solicitud de más… ¿Alguien se pregunta en algún momento el tamaño del daño emocional que se le provoca a los pacientes cuando se hace las cosas así? ¿No está suficiente claro en la literatura moderna que el dolor no tiene que ver con daño estructural?
Solicitar pruebas diagnósticas al azar, sin una explicación clara de porque se lo voy a pedir al final solo genera hipervigilancia, catastrofización y posibles elementos facilitadores para la sensibilización central, donde cualquier estímulo, aún que no sea dañino, se verá reflejado en el organismo como potencial dolor y amenaza. Le pregunto al paciente qué le parece que hay, recibo una respuesta de múltiples estructuras anatómicas, a las cuales los distintos profesionales han imputado, cada uno a su vez, la responsabilidad por el dolor y el sufrimiento del paciente.
¿Y qué tiene esto que ver con el final de semana de curso? Pues todo, algunos dirán que el éxito del curso se dio por la organización de Rubi, otros que fue la atención de Luka a pequeña Alice para que yo pudiera impartir el curso, aún hay los que dirán que fue por el docente, y al fin y al cabo se equivocan todos, aunque algo de razón también se les tiene que dar.
El éxito del curso vinculase a los detalles que nadie ha visto, que es el encaje, la harmonía y el funcionamiento de todos a la vez, de manera que si hubiera fallado uno, el éxito ya no sería posible. Es el amor y la dedicación del equipo por los detalles que forma el secreto del suceso.
Así también funciona el cuerpo humano, no es la falla de una estructura que permite el mantenimiento del dolor crónico del paciente, sino que la perdida de la equilibración, de la sinergia entre las partes, asociado al cambio del procesamiento central de los estímulos teniendo en cuenta aún todos los elementos externos psicosociales, los elementos placebo y nocebo y la capacidad de adaptación del sistema. Es la suma de los pequeños detalles de todos los sistemas implicados que ha provocado la condición actual, y el éxito del tratamiento se dará justo cuando haya, así como en el curso, harmonía, encaje y un funcionamiento integrado de todo el sistema otra vez.
Así como en la vida, en la clínica diaria de Fisioterapeutas y Osteópatas se debería estar más atento a los detalles, ahí es que se esconden los grandes secretos.
Luis Gonzaga de Moura Junior